Arriba los corazones,
aceitunas y amapolas,
campos llenos de sardinas
en las lagunas torcidas
que el agua por acá trae
cuando llueve todo el tiempo
sin que aparezca respiro,
y el sol se queda en la tarde
para alumbrar sin quererlo
cosas que nadie repite
si no quiere darse bronca.
Cantos de ángles cantan
cancioens que nunca llegan,
se quedan en la vereda
y no se animan con nada
mientras la luna se acuna,
el sapo en el charco salta,
la rana busca un besito,
un dolor, una alcancía
que juegue con los colores
de melones y sandías.
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