Sunday, 7 June 2015

Pavadas de Año Nuevo

Los esquíes de nuestra casa
están en la pared de entrada
y los tiempos que pasamos
se van volando en la nada
mientras la nieve golpea
afuera de las ventanas.

Son cosas entretenidas
de muchos años de vida
que subieron y bajaron
colinas entumecidas
por cientos y miles
de pueblos lejanos
en lenguas extrañas.

Caminos sin pausa
con vientos sin nubes
que cortan la cara
debajo del tiempo
de verme parada
entre los escombros,
los pinos, las casas,
los hoteles lindos
y un río que pasa.

Cada tanto en el camino,
me voy dejando una huella
de flores blancas de tiempo,
castillos con banderolas,
esquíes que van volando,
en la montaña con alas
que me recuerdan amigos
que se fueron a la espera
de una canción de vagancia.

Y el hielo que es duro
nunca me perdona nada
derritiendo mi paciencia
que es de pluma
y de ignorancia.
Cada tanto, sin pensarlo,
no escribo más que pavadas
y sin querer ofenderlos
los recuerdo en estas notas

que escribo sin decir nada,
y me acuerdo de las caras,
de los chistes, las canciones,
conversaciones que pasan
en las cosas del camino
que nos juntan y separan.

Se hace liviana la prosa
cuando escribís sin la meta
de algún deber de objetivos
que te esperan sin piedad
en la mesa primorosa
de la computadora ociosa,

llena de puntos y comas,
sin eñes y sin acentos,
tan negra y tan dolorosa.
Escapismos que le dicen
los sabios ejecutivos
de las finanzas odiosas.

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