Alguna rosa era azul
pero otra era morada,
y la siguiente no sé
porque ya ni me acordaba.
Una rosa era celeste,
una otra anaranjada,
otra tenía el vestido
del color de la pomada
que usaba lustrando muebles
que la luz iluminaba.
La rosa color de rojo
con la vida se encantaba
porque el rojo del amor
me dejaba enamorada
de piropos que decías
a las 2 de la mañana.
Otras rosas eran blancas
como pureza de plata,
otras eran amarillas
cuando el sol las alumbraba
mientras mi pasión reía
del temblor en tus palabras
cuando un beso me pedías
a las 3 de la mañana.
Arcoíris de colores
en el vergel de mi casa
con hormigas caminando
por el pasto en la mañana
buscando comer las rosas
si nadie las fumigaba.
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