Borrones, siempre borrones
los que quedan cuando escribo,
los que no sé si borrarlos
porque molestan lo mismo
si los dejo ahí bailando
o si los saco sin tino
porque borrones se hacen
cuando salgo algún domingo
y de pronto me doy cuenta
que no cerré ni el postigo.
Borrones que no quisiera
que se queden en mi mente,
ni que me lleven tan lejos
que ni valdría la pena
tratarlos muy diferente.
Garabatos encantados
que escribo sobre la hoja
escondiendo los borrones
retorcidos, desparejos
que me persiguen de vieja.
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