Estampillas de colores
no muy caras, con dibujos,
fotografías, retratos
y gráficos refinados
de una moda muy antigua
con destinos declarados
para que lleven tu carta
hecha de papel con tinta
a lugares tan lejanos
que no ves destinatario
mientras te sentís romántico
en lugar de hacer un texto
en celular telefónico
o un poema legendario
sobre una pantalla limpia
conectada por abajo
con unas teclas oscuras
que descifran tus secretos
delante de todo el mundo
en la red ilimitada
que escupe los resultados
en el tejido ordinario
de vidas desenfrenadas.
Extraño mis estampillas
calladitas y gitanas
que llevaban mi palabra,
o algún dinero de cheque
para pagar la tarjeta
con la que cosas compraba.
Espero poder usarlas
aunque los jóvenes crean
que es mejor usar sin cables
un celular de pasada
que compra cosas pagadas
a las 2 de la mañana.
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