Arrugada y extrañando
mi jardín de primavera
paso las noches llorando
buscando las madreselvas
con días que se van yendo
aunque nunca me dé cuenta.
Toda torcida sin asco,
con la columna hecha piedra
canto bajito mi canto
para que escuche el que quiera.
Arrugada y añorando
la juventud que no tengo
por pasar rápidamente
mientras vivía corriendo,
escribo prosas y versos
para sentirme contenta.
Arrugada, abandonada,
rodeada de gente ausente,
paso mis días jugando
a la ronda y la escondida,
al zapateo que bailo
con botas muy anodinas
mientras me acuerdo de vos
con caricias que adivino
que me darías sin asco
si pudiéramos decirlo.
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