Me quedé sin vida,
sin pena, ni prisa,
me quedé alelada
tristona, olvidada
dentro la maraña
de cosas que pasan
en la enredadera
de vidas pasadas
y las alegrías
de las nuevas vidas.
Te escuché sin verte,
te sentí muy dentro,
llorando en el suelo
para preguntarte
si allá todavía
seguís esperando
alguna palabra
toda retorcida
para darle aliento
a un verso de vida.
Me quedé despierta
por horas malditas
que nada encontraban
en la tardecita
mientras que los soles
de las margarritas
iban saludando
la luna escondida.
No comments:
Post a Comment