Temblores de algún volcán
moviendo el suelo en la noche
rompen todo sin mirar,
volteando como si nada
edificios que hasta entonces
abrigaban a la gente
que dormía sin saber
que de pronto esos temblores
llegaban sin avisar
ni pedir que se alejaran
y hacia la calle correr
mientras temblores nocturnos
desparraman desabor
de muerte por todos lados,
qué horror, mi amigo, qué horror.
El ahullar de las sirenas
llena el aire sin parar
anunciando el paso audaz
de ambulancias para ver
si se encuentra todavía
alguien que puedan salvar
cuando encuentran aún con vida
a un sobreviviente audaz.
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