Libros

Cuántos libros que se leen
cuando la tierra descansa,
el alma quiere dormirse
pero la bruma no alcanza
a nublar el pensamiento
retornando en la distancia
de caminos polvorientos
que no saber decir nada,
y el sueño que busco escapa
sin leer en la nostalgia.
Cuántos que esperan por siempre
sentados en las repisas
de bibliotecas ufanas,
a que se lean de pronto,
cerca de verdes frazadas,
con camisones de adorno

y una mañanita blanca,
porque de leer no hay tiempo,
y la luz está apagada.
Mientras los libros se quedan
amontonados de miedo,
van guardando una esperanza
de cosas que están escritas
que te puedan resultar
interesante leerlas,
aunque no mires ni toques
cuando vivís sin parar.
Y de pronto se hacen viejas
sus nuevas páginas blancas
que se ponen amarillas
sin que nadie se dé cuenta
de todo el tiempo que pasa
sin poder ni respirar.