Saturday 4 March 2017

A Jorge y su esposa

Esta poesía fue dedicada a un gran amigo nuestro cuando tuvo un ataque cardíaco causado por el stress de la vida de médico inmigrante refugiado, cuando el ser refugiado no estaba de moda.
Y ser médico de emergencias del McMaster Hospital cuando no había mucho reconocimiento de post traumatic stress disorder. 
La dividí en varios aspectos de su vida en aquellos momentos. 
Un tipo extraordinario, con una mujer al lado tan increíble como él.
Nos sentimos muy orgullosos de conocerlos desde hace tanto años.

Vida en campamento:
La luna redonda
Se duerme en el lago
Y alguna canoa
Descansa al costado.
El fuego en la orilla
Amontona amigos,
Las carpas y traillers
Están alineados,
Los chicos dormidos
O zumbando al lado,
O quizás se han ido
Corriendo quimeras
De chicas y amor.

Y ahí nos quedamos,
Charlando, pelando,
Cantando, escuchando
La noche, los bichos,
El canto de un sapo,
De un grillo, un mapache,
Mientras se presiente
Ya desde muy lejos
Alguna canción.

Médico de sala de 
Emergencia:
Los ojos (los dos)
El pelo, la cara,
La boca, los dientes.
¿Los dientes?
¿Y cuántos le quedan?
Está todo, suerte.
A ver las orejas:
¿La izquierda?
Está entera, ¿la otra?
Morada, ¿las rodillas?
Sucias, ¿los tobillos?
Flojos, los codos, el pecho,
El traste y la espalda.

¿Qué otra cosa falta?
No le falta nada.
Los dedos, las uñas
Son una monada,
Las manos, los brazos,
Sólo una sutura
Aquí o más allá,
Y alguna costura
Perdida en el cuerpo
En algún costado,
La nuca, el cabello,
Los piernas, los pies,
Los dedos pegados
Al resto del cuerpo,
Qué felicidad.

Marido, hermano y amigo:
Los chicos, los grandes,
Cecilia, las nenas,
Los otros, los míos,
Los tuyos, Graciela,
El viaje a Toronto,
O el paseo al sueño
Con pelo en la cara.
El avión a Cuba,
A Brasil o a España,
Plata para el coche
Que habrá que pagar,
La casa que arreglas
Dejándola nueva,
Serrucho, martillo,
Bisturí, bigotes,
Cigarro, cepillo,
El hermano Oscar,
Y para el asado
Tener el cuchillo,
El carbón, la carne,
Que hay que preparar,
Mientras los mosquitos
No quieren parar.


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