Desde el fondo del abismo,
de la casa, del resfrío
que no deja de asombrarme
si te encuentro desvestido,
me pongo a bailar contenta
con la canción del cariño
que despierta en mi cabeza
en el medio del estío.
Desde el centro del abismo,
de la plaza, del hastío
que se acerca desde siempre
mientras te miro sin tino,
vuelvo a bailar sin vergüenza
con esa pasión que llega
cuando me acuesto a tu lado
después de ver el partido.
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