Quisiera traerte el cielo,
la fragancia, la alegría
de un día lleno de sol
donde te llene la vida
con cosas que nos afirmen
un futuro de alegría.
Pero no sé donde está
todo eso prometido,
los días nos van pasando
dentro de paredes yermas
con enemigos terribles,
invisibles e invencibles
que amenazan la existencia.
Cada tanto me resulta
increíble lo que dices,
gracias por ser amoroso
y a esta altura de la tarde
me gusta escuchar tu voz
cuando me hablás al oído
y me decís lo indecible
para ponerme contenta.
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