Es hora

 A la hora del reposo

entre nubes de algodón

me acuerdo de tantas cosas

cuando canto mi canción.

Cosas que digo durniendo,

cosas que quieren volar,

a encontrarme en la vereda

mientras canto en mi soñar.

Tenía una idea linda,

la quería redondear

para escribirla acá arriba

sin pensar lo que dirán.

Pero se me fue la idea,

me bajé de mi balcón,

escribiendo una poesía

sin que tenga ton ni son.

Mañana será otro día

y me pondré a recitar

canciones que no recuerdo

si no las escribo acá.

Nostalgias incurables

 Nostalgias incurables

que me buscan en la tarde

y me llevan a la nada

mientras mi sangre se curva

en cachos de coliflores

que pongo en esta comida

con bichos que nadie sabe

cuando la noche cobija

cantos de amores marchitos

que me empujan de corrida.

Canciones que me recuerdan

días lindos sin mentiras,

todo el tiempo estando lejos

de la patria tan amada

que me revuelven entrañas

mientras mi vida se asoma

sin pensar en el mañana.

Nostalgia de tiempo antiguo

cuando me quedo en la cama,

recordando sin problemas

todos esos días divinos

que fueron míos con ganas,

donde los guardé en el tiempo 

mientras la vida pasaba

y el sol que se va acostando

se arruga por la ventana.

Domingo de carrera

 La radio estaba andando

en la casa familiar, 

hace muchos, muchos años

Fórmula Uno escuchabas

antes que vieras tevé

que se iría a inventar

un poco tiempo después

para poder apreciar

lo que pasa en el lugar

de países tan exóitcos

como Bahrain esta vez.

Eran tiempos olvidados

de padres, hijos y nietos

todos jóvenes y serios

que se podían sentar

alrededor de la radio

para poder escuchar

las carreras sin las reglas

que tenés que obedecer

en el momento de ahora

con autos que tienen dueños

y no se pueden cambiar.

Campeonatos que no existen

en la nueva realidad

de carreras rapidísimas

difícil de comparar.

Besitos que yo te daba

sin poderlos evitar

cuando mirás la moderna

carrera Fórmula Uno

todo el tiempo sin parar.

Trabajo destartalado

 Trabajo destartalado

que me empuja hacia el abismo,

que me pega tan despacio

que parece una locura

de cuentos que vuelan lejos

sin que pare de escribirlos.

Trabajo de todo el tiempo

que no puedo terminar

aunque la vida se acabe

y ya no pueda aguantar

las cosas que te decía

cuando quería jugar

en lugar de juntar piedras

como si fuera mejor

vivir un mundo sin fiestas

todo el tiempo sin parar.

Trabajo que me obsesiona,

no me deja respirar,

me penetra los pulmones

empujándome al final

de caminos retorcidos

todo el tiempo hacia delante

en lugar de irme a bailar.

La pampa

 La tarde se cobija detrás de las hormigas,

se calla, se detiene, se va por la corniza,

mientras el cielo oscuro que veo por mi pieza

parece no enojarse con cosas que me pesan

cuando una ya quisiera  volar en la quimera

de alguna primavera que espera y nunca llega.

La pampa está solita, nadie la quiere ver,

se alegra de la vida del pan que piensa hacer

con trigo con espigas que lloran al cantar

mientras alguien amasa masa que leudará

con pájaros de seda buscando con sus picos

aunque nada se vea del lado del hogar.

No sé si el encontrarte me alegra o me entristece,

todo se pone feo, todo se van al vaivén

de cantos de torcazas, gorriones y jilgueros

que no ven el futuro llorando sin pensar

si el tiempo se detiene y en esta enredadera

nadie le tiene miedo que pueda reventar.

Pienso

 A veces pienso cansada

que si no escribiera nada

la gente que me visita

se olvidaría de mí.

En cambio las cosas cambian

cuando una está tan cansada,

alborotada y tristona

porque la vida se allana

sin querer o por quererlo

de la noche a la mañana.

Y de pronto no me ocupo

de mi blog que tanto quiero

y la gente se amontona

para ver lo que no veo,

para mostrarme cariño,

para sentir lo que creo

que pasa cuando no escribo

porque me siento cansada.

Besitos que yo te daba

todo el tiempo sin quererlo

porque me gustás lo mismo

aunque no puedas venir

a mirar si yo te quiero.