Berrinches inexplicables
que declaro casi siempre
cuando pienso en mis dolores,
mis ataques que podrían
arruinarme lo que queda
de esta parte de mi vida,
con comidas no muy ricas
que las como o que comía,
para evitar encontrar
más problemas en la vida,
las sobras que van quedando
con comida no comida,
y antojos tan revirados
que me hielan la sonrisa.
Besitos que yo te daba,
cerca de alguna banquina
mientras los pájaros cantan
una canción retorcida
anunciando por el aire
la primavera atrevida.
Se te quiere desde el fondo
de mi corazón de mina.
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