Y el mundo se acostó
detrás de algún suspiro
cantádole al amor,
al beso, a aquel amigo
saltando por el aire
pensando en la vihuela
que acompañaba al gaucho
mientras las azucenas
se iban marchitando
en la tarde sin vueltas.
Y el mundo se fundió,
se fue, me dejó sola,
nadie me quiere ver,
nada vale la pena
mientras mi vida vuela
detrás de una comida
que cocino y me como
solita en la pescera.
Cantos que voy soñando
buscando algún pan dulce
de Navidad que llega
de pronto y a los saltos
cuando la nieve llega.