Me quedé alelada
dormida y espantada
de pie en la parada,
cantándole a la noche
torcida en la mañana
después de una dormida
acá en mi cama blanca
al lado de mi amor
en la gran acostada
sintiendo algún dolor
también como si nada.
Me quedé fundida,
sentada en la ventana
mirando al mundo entero
con viento que soplaba
mientras el río manso
por el pueblo pasaba
recorriendo kilómetros
con agua cristalina
de patos y salmones
que tranquilos nadaban.
Me quedé rodeada
de ruídos conocidos
en la casa pensando
que es ya tarde atrasada
para escribir ligero
mientras cocino sola
la sopa de zapallo
que mi suegra adorada
me enseñó hace mucho
con porotos redondos,
garbanzos y papas.
Todavía te quiero
aunque no diga nada.